Muchas veces no luchamos por lo que más queremos porque nos basamos en las opiniones de otras personas y no escuchamos nuestra propia voz interior.
Cuántas veces hemos aparcado nuestros sueños, no hemos luchado por lo que más nos ilusiona, aun sabiendo que podríamos hacerlo. ¿Qué pensamientos son los que nos inundan y nos llevan hacia esa situación?
En esos momentos se apoderan de nosotros esos pensamientos limitantes, esa palabra que todos conocemos que se llama fracaso y nos decimos a nosotros mismos: “¿Y si fracaso? ¿Y si no lo consigo?”
No deberíamos contemplar la palabra fracaso. Sería mucho más productivo cambiar la palabra fracaso por nuevas oportunidades, nuevos intentos para llegar a nuestra meta. Cambiar nuestro diálogo interior por frases que nos empujen a conseguir nuestros objetivos, por ejemplo: “la clave del éxito consiste en intentarlo una y otra vez con mucho entusiasmo”.
Las personas exitosas en sus vidas no han conseguido sus sueños a la primera. Han estado luchando un tiempo para llegar a su meta. Durante ese tiempo en el que ha sido un camino duro se han encontrado muchas dificultades. Pero las personas que no han abandonado su meta no se han centrado en llegar al final, se han focalizado en disfrutar del camino. Y a través de ese trayecto y ese tiempo de lucha han experimentado un gran crecimiento personal, mayor autoestima y autoconfianza. Es muy importante que tengamos claro que lo bueno no es fácil y si es fácil no es bueno.
Otra actitud que es muy limitante es el perfeccionismo, que consiste en la creencia de que tenemos que hacerlo todo perfecto. Caer en esta actitud errónea no nos ayudará a conseguir nuestras metas, sino más bien todo lo contrario. En muchas ocasiones ni siquiera lo intentamos, porque como no creemos que lo vamos a hacer perfecto ni nos atrevemos, y si lo hacemos nos va a proporcionar consecuencias negativas, como por ejemplo sentimientos de fracaso, porque el perfeccionista siempre tiene la sensación de que tenía que haberlo hecho mejor.
En esta sociedad, por desgracia, cada vez se cultivan menos las metas que nos pueden llevar algún tiempo conseguir y que requieren esfuerzo. Muchas veces, impregnados de todas esas creencias que nos aporta el entorno, nos dejamos llevar por ellas y ni siquiera llegamos a intentarlo. Lo peor de todo no es sólo no intentarlo, es lo que nos viene después: el arrepentimiento. Ese sentimiento que sentimos tan negativo que trae consigo la palabra arrepentimiento, es mucho peor que no intentarlo. La clave está en aprender a disfrutar del camino, y tener la certeza que merece la pena no tirar la toalla, porque esa sensación íntima que vamos a sentir de no abandonar, nos va a llenar de orgullo y confianza hacia nosotros mismos. Y a medida que vamos avanzando esos sentimientos tan positivos van a ir en aumento, y entraremos en una espiral de éxito que nos va a llenar de felicidad y nos permitirá vivir en plenitud. ¿No crees que merece la pena intentarlo?